VIVIR
CON ALEGRÍA
©Giuseppe
Isgró C.
-“La
felicidad pertenece a quien se basta a sí mismo”-.
Aristóteles
-“..Lo
que sobre todo contribuye más directamente a nuestra felicidad es un estado de
ánimo alegre, por cuanto esta óptima cualidad encuentra enseguida su recompensa
en sí misma”-.
Arthur
Schopenhauer
Cervantes
es uno de los personajes más admirables de la historia. Aparte de ser un gran
idealista, que afrontó con heroicidad su acción en la batalla de Lepanto, al
final de la cual, se percató de que las guerras no tienen sentido alguno; y,
pese a los efectos personales de la misma y a las adversidades que afrontó,
posteriormente, siempre mantuvo un estado anímico de contentes el cual se
refleja en el perfil psicológico de sus personajes, tanto en las Novelas
Ejemplares, como en el Quijote y el resto de su obra, quienes, pese a las
circunstancias que van experimentando, conservan un talante alegre,
benevolente, cultivando elevadas cualidades morales y virtudes fundamentales,
esperando, siempre, lo mejor de la vida, de la cual deja traslucir la acción de
la justicia, aún dentro de los hechos que en principio estaban reñidos con
ella, pero que, oportunamente, las aguas toman su cauce natural y esa mano que
sopesa los hilos de la balanza, en los platillos de la igualdad y de la
compensación, por la ley de afinidad, de acuerdo al veredicto de la justicia
divina, nivela todas las cosas, como ocurre en la novela La fuerza de la
sangre.
Cervantes llegó a conocer el espíritu
humano en elevado grado, lo cual le permitió plasmar la esencia de los valores
universales tal como se refleja en El coloquio de los perros y en el Quijote,
que les han constituido en obras inmortales y fuente de enseñanza para todos
los tiempos.
La
alegría es la semilla de la felicidad. Permite abrir la puerta del propio ser
para que el Ser Universal exprese su resplandor de amor, bondad, plenitud y
abundancia de dones.
Vivir
con alegría, significa comprender el propio rol en el esquema cósmico y aceptar
la misión implícita; es un saludo cordial y de bienvenida a cada día que
comienza, con la esperanza y la fe de que sucederá lo mejor, aún en el menos
favorable de los casos.
Estar
aquí y ahora, es motivo suficiente para tener el ánimo contento. La alegría es
el fervor que se expresa en cada persona cuando recorre su camino en la vida,
con devoción, sinceridad y anhelo de evolución cósmica constante. Denota
autodominio; demuestra confianza en sí y en la vida; es el bálsamo que cura
todos los estados anímicos e insufla, en el espíritu, el aliento cósmico que
lleva con ágil paso, al ser, a cumplir su destino. Permite florecer la bondad,
por cuanto, dando lo más posible de sí, se alcanza, gradualmente, la verdadera
felicidad.
Al
dar se recibe, siempre. Si tú, con bondad, otorga alegría en cada uno de tus
actos, recibirás, por añadidura, el contento espiritual que fortifica el ánimo,
da potencia a la voluntad, firmeza a las acciones y fervor en el empeño, que
plasma, en la realidad, los objetivos planeados.
El
ánimo contento permite manifestar, en sí, la potencia cósmica en la realización
de la propia tarea, y cumplir, cabalmente, los propios deberes y, disfrutar,
plenamente, el goce de los derechos inherentes. Mantiene la calma imperturbable y la serenidad cuando más se
requiere, y acrecienta la llama viva de la esperanza en el éxito de la propia
acción en pos de metas claramente
definidas. Es fuente de poder inagotable y sello de la sabiduría impreso en el
propio rostro, reflejo del estado de su propia conciencia, indicando que allí
reside la sede del Ser Universal y, es, a la vez, el asiento de la persona
progresista que realiza, con fe y constancia, su cometido en la Gran Obra.
La
alegría es la manifestación de una energía cósmica que fortifica, rejuvenece e
imprime belleza, en el espíritu, por la práctica de todas las virtudes.
Cultivar
la alegría implica sabiduría, amor y poder. Giovanni Boccaccio, -uno de los
padres del Humanismo, conjuntamente con Dante Alighieri y Francesco Petrarca,
en la Florencia del siglo XIV, y
escritor con profundo conocimiento de la vida- hace pasar a los personajes de
su obra, El Decamerón, por todas las vicisitudes; ellos afrontan, con ánimo
tranquilo, las pruebas; al final triunfan, y la vida les compensa con crece de
todos sus afanes.
La
alegría es un escudo del bien que protege a cada quien y permite el acceso a
las cosas positivas.
El
ser humano que desarrolla el ánimo contento, se auto-expresa más creativamente,
conserva la ecuanimidad, y es justo, en todos sus actos; observa la equidad en
sus juicios y la actitud correcta al afrontar las pruebas de la vida.
En
cada acontecimiento, lo que importa es ver como se puede salir de él con bien,
centrando la atención únicamente en el resultado final conveniente y actuando
con paciencia, fe y tenacidad.
Cada
día debe ser considerado como una jornada de júbilo, por cuanto constituye una
oportunidad que el Supremo Hacedor brinda, a cada quien, de labrar su
evolución, felicidad y autorrealización.
Hay
que abrir la puerta de la alegría, la cual genera carisma, armonía,
cordialidad, fortaleza y bienestar, iluminando el espíritu, dando apacibilidad
al carácter, quietud a la mente y poder a la realización de los propios
objetivos, en concordancia con las leyes cósmicas, única manera de experimentar
la expresión de la elevación interior, sello de la serenidad y de la
afabilidad.
El
supremo secreto, para cultivar la auténtica alegría de la vida, es la práctica
del desapego integral, el cual permite, además, la plena posesión de sí, en
íntima conexión y cooperación con el Ser Universal, en el cultivo de la
sabiduría y la evolución cósmica.
* *
Parafraseando
a Simón Bolívar, podría decirse: -“Si el Ser Universal prueba al ser humano, es
con la intención de no abandonarlo; Él quiere que cada quien merezca, por sus
propios esfuerzos y virtudes, los logros que obtiene”-.
El
actual estado existencial es fruto de las acciones pasadas. Tanto si el mismo
satisface como en el caso contrario, siempre es motivo para expresar el ánimo
contento, por cuanto, todo resultado alcanzado es transitorio, el cual conduce
al paso siguiente, y, por la insatisfacción creadora, que impulsa la evolución,
siempre existirá, en cada ser, el descontento creador, portador de la visión o
conciencia de la meta hacia la cual se tiende, que, una vez alcanzada, lo
transmuta en alegría, aunque la esencia de la misma se expresa,
automáticamente, a partir del instante en que la persona asume el compromiso de
realizar el objetivo inherente.
En
el acto de tener claro, en la mente, el objetivo-correctivo de la situación,
aceptándolo, y emprendiendo, a la vez, la acción realizadora, instantáneamente,
toma posesión, en el estado anímico, la contentes o alegría.
Tendiendo
hacia algo, deviniendo diariamente hacia una meta, al igual que al iniciar un
viaje, desde el momento mismo en que se decide, se comienza a participar de la
agradable emoción que se experimentaría una vez culminado.
La
vida es un viaje que tiende hacia un fin existencial, a una meta cósmica.
Conocer la propia misión anticipa el goce de la felicidad y del logro.
Trabaja
con alegría y disfruta cada acto que te acerca la realización de tu propio
objetivo. Acepta lo que debes realizar, con gozo, para hacer más feliz el
recorrido.
Decide,
eligiendo el mejor curso de acción; afronta los hechos con valentía; ejecuta
los actos con firmeza, y, experimenta, desde el mismo momento de la decisión,
un estado de alegría genuina, sosegada, capaz de transmitir armonía, amor,
bienestar, humildad, equilibrio, creatividad y entusiasmo, que sea un
magnetismo benéfico que con sus efluvios contagie, inspire, reconforte y
estimule el ánimo para comprender, y persistir en él, cada vez con mayor
ahínco, el camino que conduce a la evolución espiritual y que aporte una mejor
comprensión de la conciencia cósmica.
Cada
ser viene a su actual existencia con un propósito. Comprenderlo aporta
felicidad, por cuanto orienta cada acto al fin último de la vida que es la
evolución, la sabiduría y la verdadera autorrealización que el ser humano
experimenta al lograr las metas programadas en su rol de co-creador cósmico y
ejecutor fiel del Gran Arquitecto del Universo.
Estudia
el Gran Libro de la Naturaleza con mente abierta y humildad. Allí está todo a
la vista para quien sepa leerlo. Es tanto lo que se debe avanzar que todo
momento debe ser aprovechado al máximo.
Trabaja
intensamente, cultiva todas las virtudes, acordes con los valores universales,
como el amor, la prudencia, la justicia, la generosidad, la reciprocidad, o
compensación, la equidad, la bondad, la fortaleza, la templanza y la belleza,
entre otros, y experimenta el gozo ferviente de la alegría, aquí y ahora.
La
alegría genuina es la que deriva del cumplimiento de los propios deberes y de
la satisfacción de las necesidades, que constituyen el derecho inherente y
natural de cada ser, y, la conciencia de que lo que haces te está conduciendo a
la realización de tu verdadera misión.
La
comprensión de las leyes de la vida y de las circunstancias que se afrontan en
el diario acontecer, proporciona verdadera alegría, por cuanto permite elegir
el camino correcto, en el momento adecuado, para realizar la tarea que
corresponde de acuerdo al esquema cósmico.
Todo
estado insatisfactorio es factible de ser transmutado en su opuesto positivo,
cambiando de actitud mental y afirmando, una y otra vez, la condición positiva
que se desea implantar, complementándola con las visualizaciones acordes.
También,
es importante tener conciencia de que es preciso desear solo lo esencial, por
lo cual céntrate en lo que necesitas.
Da
las gracias al Ser Universal por la experiencia que día a día vives, y disfruta
cada paso que te acerca a tu verdadero destino, el cual debes afrontar con
confianza y expectativas positivas, siempre. Lo que esperas, recibes.
Afirma:
-Aquí y ahora se establece el orden perfecto y la armonía cósmica. ELOÍ,
-Creador Universal-, gracias por las oportunidades que me brindas de servir
útilmente en tus planes universales. Sea yo un instrumento de tu voluntad;
inunda de alegría mi espíritu y permite que con alegría realice las tareas de
este día. Hecho está.
Adelante.
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